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Soy Espe, tengo 14 años. Mi nombre artístico es Natsuki (que significa Esperanza en japonés)Mi sueño es poder llegar a ser algún día escritora pero no sé si sirvo para esto, por eso, he creado este blog para averiguarlo y aprender de las críticas. Busco entretener y hacer pasar un buen rato a mis lectores =) Soy rubia, con los ojos azules, alta y de piel bastante blanca. Por cierto, espero que sea innecesario advertir que estas historias son de mi propiedad y que por tanto, nadie está autorizado a copiarlas/plagiarlas. Gracias =D

domingo, 3 de julio de 2011

Capítulo 10: Primera parte.

                      
                    
 Conforme más andaba por los pasillos, más tenía la sensación de estar rodeado de zombies. Una masa de gente con ojos medio abiertos, emitiendo sonidos guturales que bien parecían ronquidos, hombros caídos, arrastrando los pies de forma casi rítmica, se movía a mi alrededor sin ningún ánimo. Viendo a mis compañeros, aquel lugar no debía ser precisamente una fiesta. Miré mi horario para ver que clase me tocaba, 3º D. Ahí estaba, un puerta perfectamente rectangular, de un suave azul celeste y picaporte gris, que me adentraría en el cielo, infierno o limbo, aún no lo sabía.
El aula era amplia, luminosa, sin más decoración que unos cuantos carteles con motivos matemáticos en la pared. Cuatro filas de pupitres  ocupaban la mayor parte del espacio. Una gran mesa marrón junto a un ordenador, se podía ver en una esquina. Encima de ella, una televisión descansaba sobre una estantería. De repente noté en la nuca una mirada tras unas risitas indiscretas, me hizo sentir incómodo pero decidí que era mejor obviarlo para evitar problemas. Me puse junto a Noelia, que me indicó mi pupitre y charlábamos animadamente hasta que el profesor llegase. El corazón se me iba a salir del pecho, tenía un enorme nudo en el estómago, no recordaba cual era la última vez que había estado así de nervioso, una parte de mí me mantenía pegado a la silla, mientras que otra deseaba salir corriendo. Un hombre alto, delgado, con ciertas entradas en su pelo negro, ojos marrones, nariz recta y con una sonrisa socarrona, entró en la clase.
- Buenos días, espero que estéis preparados para otro estupendo año de Matemáticas. No prometo que aprobéis, pero sí que acabaréis hasta soñando en lenguaje algebraico.
- Acostúmbrate, es siempre así. Yo creo que es buena gente, pero si se mostrase demasiado benevolente perdería autoridad- me explicó Noelia.
-Tú, chaval, no le hagas ni caso, el Ántrax es peor que un dolor de muelas, el año pasado me rompió un examen por pedir un pañuelo. Por cierto, hola soy Ángel. ¿Y tú eres?- mi compañero de atrás sonreía.
- Me llamo Hassan. ¿El Ántrax? ¿Te refieres al profesor?
- Sí, sus clases son igual de venenosas. Eres nuevo ¿no?
- Cállate Ángel, en el pañuelo que pedías estaban escritas las respuestas del examen, como siempre. Además, qué más te da si eres tan tonto que ni con las respuestas apruebas- Naima miró al chico con una sonrisa de triunfo.
- ¡SILENCIO! Un solo ruido más y todos os lleváis un trabajito.- el grito del profesor retumbó por toda la habitación.
La clase no fue tan mala como me habían dicho, tenía que esperar a la segunda para ver si seguía pensando así. Prácticamente todo habían sido presentaciones y explicación de la planificación del curso. Las demás clases de Lengua, Inglés y Francés no habían sido muy diferentes. Por fin llegó el recreo.  
Dos campos de fútbol y otros dos de baloncesto se extendían a los lados, mientras que en el centro había un patio con bancos y unas cuantas fuentes. En una esquina, un pequeño bar, con no más de cuatro mesas, estaba lleno de gente gastando sin cesar dinero en bollería y chucherías. 
Me paré en la puerta para esperar a mis amigos, les había perdido de vista. Saqué mi MP4, me lo había regalado Noelia, estuvo enseñándome bastantes grupos, había cientos de canciones de todos los estilos en ese pequeño y plano aparato. Disfrutaba con cada dulce melodía, cada potente solo de guitarra eléctrica, cada nota entonada desde el alma. Sonaba Blind de Lifehouse y más tarde Cobarde de Warcry. Dos estilos muy diferentes pero que me hacían cerrar los ojos y soñar.
De repente sentí un empujón.
- Tú, moro imbécil, aparta de ahí-miró el MP4-Uy lo siento, ¿te hemos interrumpido mientras escuchabas algún canto estúpido de los vuestros?
-El único imbécil que veo eres tú, déjame en paz- decidí ignorarlos y marcharme pero apretaba mi brazo y me impedía moverme.
Las risas de sus camaradas le animaron a seguir.
- Te crees muy chulito, pero no eres nada. ¿Te enteras? Háblame así otra vez y te reviento.
La mano que acababa de poner alrededor de mi cuello me advertía que no era simple palabrería. Me dedicó una sarta de insultos que preferí borrar de mi mente. Me imaginaba que no todos se alegrarían de mi llegada, pero no merecía aquello. Indignado, con voz débil por la presión en mi cuello, pregunté:
- Solo dime, ¿qué te he hecho?
- Jajajajaja. Existir.
Aquellas palabras cayeron sobre mí como una losa. Con una fuerza, hasta ahora escondida, lancé un grito y le di un sonoro puñetazo. Sabía que era rebajarme a su altura, pero no podía más.
Como perros falderos los otros tres fueron a ayudar al jefe de la pandilla.
- Te está vacilando Piraña-dijo uno de ellos.
- ¡Cállate o el próximo serás tú!- ante la orden de su jefe, obedeció. Se volvió para matarme con la mirada- Tienes huevos chaval, pero yo tengo el doble. Estás muerto.
Iba a lanzarse sobre mi cuando vi a Addae, correr hacia nosotros junto a un profesor.
-El negrata y el moro, la pareja perfecta-masculló.
Su risa me produjo escalofríos. La misma que había servido de recibimiento, a primera hora, al entrar en clase.
Addae llegó a mi lado y me dedicó una significativa y cómplice mirada que parecía haber leído mi mente. Fue suficiente.
Don Álvaro, estaba rojo de ira.
- ¿Estás bien, Hassan? ¿Te han hecho algo? ¿Quieres que llamemos a un médico?
- No, estoy bien, gracias.
“Mi dignidad no tanto”
-PRESENTENSE EN EL DESPACHO DEL DEL DIRECTOR. ¡AHORA!. Tienen suerte si vuelven a pisar este centro. Recen todo lo que sepan.
Heridos en su orgullo pero sin abandonar su mueca de desdén, los vi marcharse.
-Addae, tengo que pedirte un favor. No digas nada de lo que acaba de pasar, quiero olvidarlo y darle la menor importancia posible.
- ¿Estás seguro de que no quieres hablar de ello?
- Totalmente. Algo sólo se convierte en problema si nosotros lo permitimos, si le damos importancia. La mente sólo guarda lo que queremos.
- Te entiendo, entonces haré como si no hubiese pasado nada, pero si se repite cuéntamelo, por favor. Confía en mí.
Le estreché la mano y se lo prometí. Así se convirtió en confidente de uno de mis más oscuros recuerdos.
El resto del tiempo lo pasé bromeando con Addae, Gabriel, Andrei, Naima y Noelia. La forma de ser de cada uno, diferente y magnífica, me hizo olvidarme del altercado.
Entre todo, sonó la sirena y la libertad se acabó.