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Soy Espe, tengo 14 años. Mi nombre artístico es Natsuki (que significa Esperanza en japonés)Mi sueño es poder llegar a ser algún día escritora pero no sé si sirvo para esto, por eso, he creado este blog para averiguarlo y aprender de las críticas. Busco entretener y hacer pasar un buen rato a mis lectores =) Soy rubia, con los ojos azules, alta y de piel bastante blanca. Por cierto, espero que sea innecesario advertir que estas historias son de mi propiedad y que por tanto, nadie está autorizado a copiarlas/plagiarlas. Gracias =D

miércoles, 3 de agosto de 2011

Capitulo 10: Parte 2.

NOTA: Comentad que os parece, sed sinceros. Tengo mis dudas sobre esta segunda parte del capítulo y me gustaría saber vuestra opinión. Gracias ^^

El resto de mañana fue pura monotonía, los profesores, uno tras otro, hablaban sobre la planificación del curso, lo mucho que repercutirían nuestras acciones en el futuro y cuánto tendríamos que sudar para ganarnos el aprobado, así que harto de escuchar lo mismo, me puse a pensar.
Me alegré de descubrir que el Islam, permitía posponer el rezo si una razón de peso lo requería. Nada más llegar a casa, recuperaría el tiempo de oración perdido. Al parecer, no faltaba mucho para eso pues cuando quise darme cuenta, estaba andando hacia la salida con los demás y la mañana se había esfumado.
- Qué pereza me da empezar otro curso, odio que el verano se pase tan rápido-Naima puso cara de drama- siempre están exigiendo y mis neuronas no trabajan bien bajo presión.
- Ah, ¿pero es que trabajan alguna vez?-Andrei fue golpeado por Naima a causa del comentario.
 Forcejearon y bromearon con complicidad. Gabriel puso mala cara y emitió una especie de gruñido de fastidio.
El recinto del colegio iba quedando atrás mientras hablábamos. No estaba muy lejos del centro, tan solo había que cruzar un par de semáforos y subir una avenida, aunque solíamos atajar por un pequeño parque, sencillo pero bello y de frondosa vegetación. En el corazón de él, una fuente de mármol con forma de sirena,en cuyas manos sostenía un arpa dorada, le daba un toque único.
De repente la vi, sentada en la fuente. No podía dejar de mirarla. Debía tener alrededor de catorce años, su pelo negro como el azabache, hacía contraste con su delicada y blanca piel. Sus ojos de un inmaculado azul celeste me miraban y sus finos labios, construían una preciosa sonrisa. Apartó la vista y llamó a su perro, Apolo. Hasta su voz era dulce y suave. Me había quedado completamente absorto mirándola- Era la chica más guapa que había visto en mi vida. Su belleza era sutil, hipnótica. Había algo diferente en ella que me encantaba.  Tropecé y a punto estuve de caer al suelo si no fuese porque Andrei me agarró.
- Parece que hubieras visto un ángel, despierta. Date prisa o vamos a llegar tarde a la comida
Muy a mi pesar tenía razón, así que me resigné a marcharme, sabiendo que esa chica estaría por mucho tiempo en mis pensamientos y que haría lo imposible, porque ese fugaz encuentro se repitiese.

El resto del camino estuve completamente en silencio, solo podía preguntarme una y otra vez cuál sería su nombre, cómo la volvería a ver. Comí sin muchas ganas y me fui a la sala de televisión para distraerme un rato. Todos estaban allí.
-Hola chicos- saludé- ¿Tenéis alguna idea sobre qué hacer para matar el aburrimiento? El día se me hace cada vez más eterno y aún queda la tarde.
- No te preocupes, en cuanto llevemos un mes de clase no creo que te quede mucho tiempo de aburrirte.
El gran optimista Andrei, había entrado en acción.
- Si quieres puedo dejarte un libro, tengo unos cuantos que seguro que te encantarán-se ofreció Gabriel.
- De acuerdo, vamos arriba.
- Bueno, Andrei y yo nos vamos a dar un paseo, nos vemos luego- dijo Naima antes de que ambos saliesen de la habitación.
Dejamos a Addae y Noelia tocando la guitarra y subimos a nuestra habitación.


A Gabriel le encantaba leer, tenía decenas de libros, en su estantería. Buscó con la mirada algunos libros y los sacó.
- Aquí tienes, Memorias de Idhún, El viejo y el mar, Vampiratas, Las Lágrimas de Shiva. Con estos tienes para una buena temporada, espero que te gusten. Si hay algo que no entiendes bien de las historias o si quieres comentar algún libro, dímelo.
- Muchas gracias Gabi, ahora mismo me pondré a leer. Creo que empezare con Memorias de Idhún, La Resistencia.
Me tumbé en la cama a leer, devoraba las páginas con ansia, aquél libro enganchaba de verdad. Tanto leí que perdí la noción del tiempo y en algún momento de la lectura se me cerraron los ojos.
Desperté. “¿Cuánto he dormido?”, pensé. Me levanté a mirar el reloj, había dormido casi dos horas, eran las ocho. Cuando me giré, me di cuenta de que Gabi había vuelto, estaba de lado sobre la cama y dormía profundamente. Iba a salir, cuando reparé en que había algo tirado en el suelo, al pie de la cama, un libro con la portada de cuero. Me agaché para recogerlo, estaba escrito a mano. La caligrafía era tan clara y elegante que no pude evitar leerlo. Cuando me di cuenta de que era un diario, me arrepentí, era algo personal que no sabía de Gabriel y que probablemente no quería que supiera.

15 de septiembre.

Tengo hoy la necesidad de plasmar en estas hojas mi angustia, hoy se ha roto un pedacito de mi corazón.


Caminaba tranquilamente por el parque cuando ahí estaban, entrelazados, uno encima del otro sobre la hierba, mirándose fijamente y riendo. No podía soportarlo, el corazón me ardía de insanos celos, de dolor. El fuego ascendía inundando mi alma, paralizando mi mente, escalando mis entrañas como una enredadera hasta asfixiarme. Apretaba los dientes casi inconscientemente, reprimiendo mis ganas de gritarle el mundo, grito que seguramente hubiera acabado en lágrimas. Siempre hacía todo lo posible para que ella no se diese cuenta de hasta que punto me afectaba pero a veces era un tarea casi imposible. Sentía impotencia, envidia, rabia pero también un infinito amor, al ver aquella preciosa sonrisa que conseguía alegrarme el día, esa que tanto me gustaba y que hacía que yo mismo sonriese como un tonto. Pero esa misma ternura que crecía en mí incontroladamente, acrecentaba mi ira. Al fin y al cabo siempre pasaba lo mismo, escondía todo mi malestar bajo una sonrisa perfectamente ensayada, enmascarado entre palabras recitadas como un autómata para evitar que aquella chica sufriese, que se sintiese mal por mí, no quería ser yo quien borrase esa aura de alegría que emanaba. Solo quería protegerla, cuidarla, hacerla feliz, ¿de verdad era tanto pedir? Ella no sabe cuanto desearía ser el chico que la tiene entre sus brazos, que besa sus dulces labios, que se pierde en su profunda mirada. No lo sabrá nunca del todo, prefiero que siga en su perfecto mundo en el que yo, un día parezco ser el centro de su existencia y me cubre de suaves caricias. Entonces su mirada es la más tierna que he visto jamás pero la magia se rompe, cuando al día siguiente no soy meritorio ni de un simple saludo o me encuentro una fría indiferencia, quizás una profunda amistad y nada más. Pero río, a carcajadas, hasta que me duele la barriga porque si algo he aprendido a lo largo de mi existencia es que a muy pocos le importa de verdad como te sientes y a los que sí no merece la pena amargarlos en exceso. Es más fácil hacer que nada pasa que dar pena. Esto lo cumplo, hasta que no puedo más y desesperado recurro a algún amigo para buscar tan solo un abrazo, no es necesario más. Cada día me decido a olvidarla, me despierto con renovadas fuerzas diciendo que todo cambiará, pero ya no puedo, la necesito demasiado y sé que romper la amistad le haría daño. Ni siquiera el tiempo puede forzar a olvidar, soy de los que necesitan su ritmo o solo surtirá el efecto contrario.
Y después de todo, otra vez vuelvo a su lado, para ser de nuevo su fiel amigo, para dar mi vida si fuese necesario, disfrutar con su cariño, con su compañía y así poder olvidar todo lo malo, bebiendo de cada momento, de cada recuerdo para tener una nueva historia que inventar en sueños, donde ella es princesa y yo caballero, donde ella es sirena y yo marinero.