Le di todo mi cariño, fui su compañero de juegos, estuve a su lado en todo momento y sin embargo, aquí me encuentro, solo, muerto de frío y abandonado.
Soy Roco, un pastor alemán, el mejor amigo de Tom o, al menos, eso pensaba. Tom es un niño de diez años, llegué a su hogar cuando aún era un cachorro, él tendría apenas tres años. Desde aquel día, nunca nos habíamos separado, nunca nos peleábamos, yo le ofrecía mi compañía cuando estaba triste, siempre le escuchaba y éste me trataba muy bien.
Todos los días jugaba conmigo, no solía dar muchos problemas, pero cuando mis amos me regañaban, siempre me defendía aunque eso le perjudicara. Recuerdo que siempre tenía una sonrisa en los labios y nunca se enfadaba.
Me eché en un rincón del descampado en el que me hallaba y empecé a recordar aquel día…
…que hizo que todo cambiara, aquel día en que fui traicionado:
<<Mi amigo y yo jugábamos como todos las tardes con mi pelotita de goma. Él la lanzó muy fuerte y no pude cogerla. La pelota se estampó contra el delicado jarrón de grabados orientales que tanto le gustaba a mi ama. El estruendo sonó por toda la casa. La madre de Tom llegó muy enfadada y preguntó quién había sido.
- ¡Ha sido Roco, mamá!-dijo Tom asustado.
Yo ladraba una y otra vez en señal de protesta, pero mi ama no me hizo caso y fue a golpearme enfadada. Instintivamente, mordí su mano. Cuando me di cuenta de mi error, se la lamí intentando buscar su perdón pero el padre, que había visto la escena, se acercó a mí gritando y me echó de la casa.
Me fui corriendo, arrepentido, dolido y sintiéndome traicionado. Me refugié donde pude intentando cobijarme del frío>>
Los días siguientes, fui en busca de alguien que pudiera darme comida, pero todos me miraban con desconfianza y me echaban allá donde iba.
Finalmente, tras varios días, agotado y moribundo, me eché en una esquina a esperar la muerte. Ya nada tenía sentido, no había lugar para mí en el mundo.
Lo último que recuerdo es que una noche, poco antes de morir, vi una silueta acercándose a mí y a pesar de la oscuridad supe que era él.
Moví el rabo contento y con mis últimas fuerzas, lancé un ladrido. Mi amigo tenía la cara llena de lágrimas, me abrazó y no paraba de repetir una y otra vez la misma frase:
-Perdóname, por favor.
Le lamí la cara y me acurruqué en sus brazos…
Ya no puedo recordar nada más, solo que cerré los ojos y todo acabó.
Estoy muerto sí, pero nunca me iré del todo. Desde el cielo estaré cuidando de él y no habrá día que no piense en mi pequeño amigo.
Nota: Esta historia la escribí hace un par de años, así que no sé si será muy buena. En caso de que consideréis que no, perdón por el tiempo perdido amigos/as ;)
Que triste.. :( Pero aún así no está mal, espero que la próxima historia sea más alegre!
ResponderEliminarEs muy buena! (: A mi me gusta mucho aunque es muy triste! :( Espero que la siguiente sea más alegre! ;)
ResponderEliminarHola
ResponderEliminarMe llamo Romina, soy administradora de un directorio web/blog. Tengo que decir que me ha gustado su página y le felicito por hacer un buen trabajo. Por ello, me encantaría contar con tu sitio en mi directorio, consiguiendo que mis visitantes entren también en su web.
Si estás de acuerdo. Házmelo saber.
Suerte con tu web!
rominadiazs@hotmail.com
eS MUY TRISTE :(me ha dado penita leerla... jooo :(
ResponderEliminaranuque, sabes q? hay que saber escribir de todo :) ahora demuestra que sabes escribir relatos emocionantes y alegres :)
Me gusta esta historiia :)
Gracias a todas :) Y para los nuevos que entren, comentad por favor :)
ResponderEliminarJoooo, es super triste!!!! pero es muy bonita y da pena que la gente tenga el valor de abandonar a los perros!!! muchos besos!!!
ResponderEliminarSí jeje se que es bastante triste, pero precisamente, iba buscando que llegase a la gente, es una pequeña crítica a todos ellos que los abandonan :)
ResponderEliminarMuchas gracias por leer la historia :) Un beso!